No soy original, lo sé. No lo pretendo, que lo sepas.
Últimamente me han pasado diferentes circunstancias que ponen de manifiesto lo solo que se encuentra el emprendedor.
La RAE dicta 6 definiciones de la palabra «soledad«, de entre las que me quedo con 3 (las otras 3 son más «artísticas»):
- Carencia voluntaria o involuntaria de compañía.
- Lugar desierto, o tierra no habitada.
- Pesar y melancolía que se sienten por la ausencia, muerte o pérdida de alguien o de algo.
Pues bien, el emprendedor siente esa soledad por la carencia de compañía, por la travesía por el desierto que supone el proceso creativo, de desarrollo y de financiación de su idea (la tierra no habitada) y posiblemente en algunos momentos también siente soledad por la pérdida de la seguridad que da un trabajo que, voluntaria o involuntariamente, no tiene. Y no hace falta que haya tenido trabajo. Muchas veces sentimos melancolía por aquello que no tenemos, simplemente porque la convención social dicta que tendríamos que tenerlo, por ejemplo. Y esto puede pasar con el trabajo.
Yo mismo siento esas soledades. ¿Qué hago para mitigarlas? Consciente e inconscientemente, al menos las siguientes cosas:
- Compartir. Con mi pareja (qué gran apoyo!), con algunos amigos (otro gran apoyo!), con otros colegas, con emprendedores, … Verbalizar ayuda a aclarar ideas y darte cuenta de que no estas solo.
- Apoyarme en expertos. No soy capaz de hacer todo. Hay áreas de mi trabajo que son necesarias para dar un buen servicio, pero en las que no soy experto. En esas áreas busco apoyo en expertos que comparten los principios de mi proyecto. Ejemplo: los recursos humanos o la fiscalidad.
- Organizarme. Tener un plan. No olvidar los objetivos, las motivaciones, los riesgos. Aunque parezca obvio (perdón, aunque sea obvio), para evitar esto hay que tener un plan, unos objetivos, unas motivaciones y conocer los riesgos. No todo el mundo lo tiene tan claro. Os sorprenderíais.
- Cuando pierdo el norte, a veces conviene dar uno o unos pasos atrás y tomar perspectiva (ya lo dice una canción de Vetusta Morla, «Cenas Ajenas«, altamente recomendable, la canción y el grupo). Y está ligado al punto anterior porque tener un plan te permite seguir esta práctica.
- Disfrutar de la satisfacción de encaminar tu propio destino. Haber elegido la incertidumbre te ofrece a cambio este premio. Tú mismo decides, te equivocas, aciertas, … y eso, siempre, genera satisfacciones, hasta cuando metes la pata.
Hoy hablaba con un amigo sobre la incertidumbre del emprendedor, frente a la «seguridad de la nómina». Pero es que ya ni la nómina mensual es segura. Para muestra un botón: la compañía Thyssen Galmed ha decidido cerrar la planta del Puerto de Sagunto (Valencia) o venderla (ánimo Eli!). Decisiones de grupo. Hoy día las cosas van mal en España y te mandan a Centro América dos años (ánimo Esther!).
Parece que la situación actual sea como un cheque en blanco en el que alguien pondrá la cifra que le dé la gana, a veces con sentido, a veces aprovechándose. Solo tienes que intentar ser tú quien la ponga, que no sea otro.
Seguro que nadie está solo porque voluntariamente lo elige, al menos en esto de emprender, siempre puedes encontrar apoyos: en profesionales, incubadoras, asociaciones, foros, etc…. Aprovéchalos.
Hay multitud de entradas en blogs que hablan de esto mismo, de la soledad del emprendedor. Supongo que cada cual tiene sus trucos, estos son los míos.
VEP